Interdescomunal

El fin de semana el tiempo estuvo espectacular. Los atardeceres son harto más agradables de ver que en verano.

Nada mejor, entonces, que darse un paseo familiar por el parque Intercomunal Padre Hurtado.

Harto pasto, buena sombra, ideal para un picnic con empanadas, limón soda y pelota de fútbol (los tres enanos estaban dichosos).

El único problema es que de vez en cuando se divisaban (y había que esquivar literalmente) descomunales bostas de los caballos que usan los guardabosques parecidos al que perseguía al Oso Yogi, vestidos de rojo y con ese ridículo sombrero que les daba el aire de mono animado. Y no me refiero a que la mierda aquella estuviera en cualquier parte, estaba cerca de los juegos que precisamente usan los niños y el área donde uno puede jugar a la pelota sin descuidar a los más chicos que están en el laberinto.

Cuando nos ibamos, le hice saber a unos de los guardaparques que al menos por el precio que están cobrando por la entrada ($2.500 por auto) debieran recoger las enormes plastas de los caballos guardianes.

Al menos podrían considerar bajar el precio del acceso en otoño e invierno.


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